¡Muerte a los cubículos Godínez!

Hace algunos años trabajaba en un medio, de cuyo nombre no quiero acordarme, que tuvo a bien colocarme en un sótano helado. Mi escritorio era de cristal y para mi mala suerte ¡empezaba el invierno!

Las guardias en sábado eran verdaderamente largas y deprimentes. Claro, había un factor de clima laboral que no ayudaba mucho… podría decirse que era un nidito de grillos encerrados en una pecera de cristal bajo el nivel de la calle. Sólo duré tres meses.

Mi anécdota viene a colación porque recientemente leí la semblanza de Juan Carlos Baumgartner, en la Revista Cambio. Se trata de un Arquitecto Mexicano, egresado de la UNAM, y reconocido internacionalmente por hacer propuestas de humanización de los espacios laborales.

¡Al fin! Alguien entendió que en la oficina se va la vida y que los espacios deben ser algo mucho más humano y digno que una caballeriza. Juan Carlos tiene una visión muy distinta de las organizaciones y al considerarlas como sistemas vivos (me encanta su propuesta sistémica) le ha dado un giro a las oficinas que interviene.

Ahora le apuesta a espacios abiertos de colaboración, salas lounge y básicamente propone que los colaboradores no deban permanecer encerrados en una oficina todo el tiempo; sino que tengan la posibilidad de moverse a otros espacios de trabajo según lo demanden sus actividades diarias. ¡Maravilloso!

Un aplauso para estas iniciativas que derriban barreras físicas y nos permiten reconocernos como seres humanos miembros de un sistema que es dinámico y cambiante. ¡Muerte a los cubículos Godínez ahora!

¿Currículum sin nombre?

El siempre dinámico mundo del selección de personal no deja de sorprenderme. Un buen amigo ya me había contado acerca de la tendencia europea de hacer entrevistas “en ciego”. Eso significa que las empresas que aplican este modelo, traen a los candidatos y los meten a la empresa a resolver problemáticas reales ¡sin entrevista previa!

Eso quiere decir que cualquier persona podría apostarle a la vacante y que el empleador se coloca en un rol de observador para decidir, sin dejarse impresionar por formaciones o empleos anteriores, quién es el mejor candidato.

Para acabar de reforzar este fenómeno, hoy me encuentro en redes sociales la nota de El País en la que nos cuenta de un interesante experimento implementado por la Universidad de Yale. El experimento consistió en enviar el mismo currículum a  oportunidades de empleo similares, sólo que uno tenía el nombre de un chico y el otro, de una chica.

Seguramente ya estarás imaginando el efecto: a él se le ofreció siempre mayor salario que a ella.

Este hecho demuestra que las empresas deben modificar sus sistemas de selección de personal. La misma nota indica que algunas empresas están seleccionando “sin etiquetar” y por lo tanto, le piden a los candidatos que no indiquen datos como la universidad de la que egresaron o su fotografía o su nombre. Así se asegura que el candidato por lo menos llegue a tener una primera entrevista, antes de discriminarlo injustificadamente.

¿Qué te parece?, ¿crees que funcionaría en México?

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