Los anti-millennials en el trabajo

El trabajo cambió, comienza la diciendo la propaganda de Zona Jobs, y nos plantea el caso de “Roberto” un anti-millennial.

En el video que acompaña la propuesta, muy bien hecho por cierto, vemos la frustración del protagonista al enfrentarse a situaciones como una oficina pet friendly, el home office, el uso de la bicicleta como transporte y una moda desenfadada en la oficina.

Más allá de su aversión por las selfies y el café de Starbucks vemos a un baby boomer temprano enfadado por el nuevo lenguaje en las oficinas y su incapacidad para adaptarse al cambio. La voz en off nos dice que necesita tiempo, yo pienso que necesita apertura de pensamiento; honestamente no creo que el tiempo le ayude mucho. Sobre todo cuando lo que vemos un Roberto es un claro problema de actitud.

Y no es privativo de los baby boomers, sino también es un fenómeno que podríamos observar en los millennials tratando de tomar el control de las empresas fundadas por sus padres o de los X, que nos hemos quedado en medio de estas dos grandes generaciones tan heterogéneas.

Estoy convencida que el tema generacional es un pretexto para no admitir que las grandes barreras de comunicación están en nosotros y no en las preferencias y modas de cada generación.

Mi propuesta: menos “anti millennials, anti baby boomers, X’s, Y’s…” y más reconciliación desde nuestras diferencias.

 

Mujeres violentadas en el trabajo

Solo una de cada 10 mujeres que sufren violencia laboral solicitan ayuda o denuncian. Es un dato de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, elaborada por el INEGI; y que derivó en una nota publicada esta semana en Forbes.

¡Vaya tema! Caben tantas preguntas… ¿cuál fue la diferencia entre la que tomó acciones y la que no lo hizo?, ¿qué le impidió a esas 9 denunciar?, ¿las empresas mexicanas toman en cuenta estas cifras?, ¿cuántos empresarios toman en serio el tema?

A decir del mismo estudio, más del 40% de las afectadas no denunció porque sintió “que no le afectó”, casi un 24% por miedo a las consecuencias y el resto, porque no sabe cómo denunciar.

Y sí… ciertamente todas esas razonas son válidas, lo que no me parece del todo razonable es que el laboral, sea el tercer ámbito en el que las mujeres sufrimos violencia. Las acciones violentas van desde solicitar una prueba de no gravidez para contratarlas, hasta la discriminación frente a sus colegas varones.

¿Qué hacer?

Te cuento que en mi experiencia laboral muchas veces me sentí discriminada y no supe cómo manejarlo… también me daban miedo las represalias. Ahora que tengo mi propia empresa procuro que la equidad de género sea una política y que la condición de hombres o mujeres no se traduzcan en tratos injustos. Me parece que si desde los más pequeños empresarias comenzáramos a tomar más en serio el tema, las organizaciones no tendrían que incubar violencia, sino paz.

¡Honestidad ante todo!

Hoy descubrí un video producido por la cuenta de Vogue España que pertenece a una serie llamada “Fashion Drama”.

Me resultó un poco largo pero divertido y tiene un punto súper rescatable para nuestros temas de empleo y concretamente de búsqueda de empleo: la honestidad.

Ciertamente la honestidad debiera ser un valor que se practicara con más frecuencia. Sin embargo, uno no puede andar por la vida diciendo que tiene pie de atleta o que siempre llegó tarde a las clases de siete de la mañana.

Entonces, ¿se vale mentir para conseguir un trabajo? Yo diría que no, definitivamente no. La razón es que, tarde o temprano, la mentira por “muy piadosa” que sea saldrá a relucir. Desde mi perspectiva, para la empresa siempre será preferible conocer un perfil honesto, aunque eso nos lleve a conocer ciertas debilidades de los candidatos. Es mejor contratar a una persona sabiendo sus áreas de oportunidad que tener que despedir a un mentiroso… El caso de la falsa Millennial en Vogue España es muy ilustrativo:

Felicidad en el trabajo ¿una utopía?

La semana pasada un querido amigo de la infancia me recomendó la película “Happiness at work” y se lo agradezco mucho. Se trata de un documental que analiza la tendencia de las organizaciones por ocuparse de la felicidad en el trabajo.

Si bien es cierto que pasamos gran tiempo en las oficias —a veces más que en casa—, también lo es que las empresas suelen invertir en prestaciones o infraestructura que consideran aumentarán la felicidad de sus colaboradores. Así las cosas, vemos ejemplos de corporativos cuyos líderes imaginaron que poner un salón para practicar yoga o una estación de jugos orgánicos aseguraría una sonrisa en su gente. No siempre es así.

Y es que la empresa puede tener cancha de basquet, masajes, máquina de refrescos o un comedor excepcional, sin embargo, existen otros factores que inciden de manera importante en el bienestar de la gente dentro de las empresas.

El documental invita a reflexionar sobre la importancia de los valores dentro de la empresa y concluye que, incluso si la empresa paga bien, el efecto positivo en el colaborador es efímero. Después de un estudio profundo resalta la necesidad de los colaboradores de sentirse escuchados, respetados, valorados y aceptados.

¿No sería entonces mejor invertir en el trato humano y dejar de lado la barra de sushi que sugirió el Director General?

¡Muerte a los cubículos Godínez!

Hace algunos años trabajaba en un medio, de cuyo nombre no quiero acordarme, que tuvo a bien colocarme en un sótano helado. Mi escritorio era de cristal y para mi mala suerte ¡empezaba el invierno!

Las guardias en sábado eran verdaderamente largas y deprimentes. Claro, había un factor de clima laboral que no ayudaba mucho… podría decirse que era un nidito de grillos encerrados en una pecera de cristal bajo el nivel de la calle. Sólo duré tres meses.

Mi anécdota viene a colación porque recientemente leí la semblanza de Juan Carlos Baumgartner, en la Revista Cambio. Se trata de un Arquitecto Mexicano, egresado de la UNAM, y reconocido internacionalmente por hacer propuestas de humanización de los espacios laborales.

¡Al fin! Alguien entendió que en la oficina se va la vida y que los espacios deben ser algo mucho más humano y digno que una caballeriza. Juan Carlos tiene una visión muy distinta de las organizaciones y al considerarlas como sistemas vivos (me encanta su propuesta sistémica) le ha dado un giro a las oficinas que interviene.

Ahora le apuesta a espacios abiertos de colaboración, salas lounge y básicamente propone que los colaboradores no deban permanecer encerrados en una oficina todo el tiempo; sino que tengan la posibilidad de moverse a otros espacios de trabajo según lo demanden sus actividades diarias. ¡Maravilloso!

Un aplauso para estas iniciativas que derriban barreras físicas y nos permiten reconocernos como seres humanos miembros de un sistema que es dinámico y cambiante. ¡Muerte a los cubículos Godínez ahora!

Aprendiendo ¡en casa!

Así como la tendencia en el mercado laboral apunta al home office, también en el ámbito de la educación está sucediendo algo similar.

El homeschooling o escuela en casa es una propuesta que me resulta en verdad innovadora. Los chicos se quedan en casa con padres que toman la labor docente, ellos repasan los temarios oficiales con la posibilidad de extenderse o profundizar en ciertos temas. Por supuesto que no se apegan a los “libros oficiales” sino a los que los padres consideran como buen respaldo educativo, incluyendo textos de otros países.

Bajo este esquema educativo:

-se promueve la pasión por el conocimiento y se desarrollan habilidades autodidactas

-se administra adecuadamente el tiempo de aprendizaje apostándole a la productividad

-los padres asumen un reto adicional a su rol familiar

-los chicos tienen la posibilidad de presentar los exámenes de grado en el sistema abierto

Si la pregunta es cómo se manejan las habilidades sociales de los educandos, los entusiastas de la escuela en casa proponen que los alumnos acudan a clases deportivas o de disciplinas artísticas para conseguirlo.

¿Será este el futuro de la educación? Se lo cuestiona una Maestra que quiere seguir en el aula.

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