La semana pasada un querido amigo de la infancia me recomendó la película “Happiness at work” y se lo agradezco mucho. Se trata de un documental que analiza la tendencia de las organizaciones por ocuparse de la felicidad en el trabajo.
Si bien es cierto que pasamos gran tiempo en las oficias —a veces más que en casa—, también lo es que las empresas suelen invertir en prestaciones o infraestructura que consideran aumentarán la felicidad de sus colaboradores. Así las cosas, vemos ejemplos de corporativos cuyos líderes imaginaron que poner un salón para practicar yoga o una estación de jugos orgánicos aseguraría una sonrisa en su gente. No siempre es así.
Y es que la empresa puede tener cancha de basquet, masajes, máquina de refrescos o un comedor excepcional, sin embargo, existen otros factores que inciden de manera importante en el bienestar de la gente dentro de las empresas.
El documental invita a reflexionar sobre la importancia de los valores dentro de la empresa y concluye que, incluso si la empresa paga bien, el efecto positivo en el colaborador es efímero. Después de un estudio profundo resalta la necesidad de los colaboradores de sentirse escuchados, respetados, valorados y aceptados.
¿No sería entonces mejor invertir en el trato humano y dejar de lado la barra de sushi que sugirió el Director General?