Para nadie es un secreto que los acuerdos comerciales internacionales regularmente incluyen un apartado sobre temas laborales.
Ciertamente es un segmento importante porque las facilidades en comercio de poco servirían si no se acompañan de otras dirigidas al fomento de la actividad del trabajo. En cualquier caso, lo que un ciudadano pediría es que, derivado de esos acuerdos, la oferta laboral se convierta en vacantes verdaderamente atractivas.
Otro de los aspectos bien sabidos por los empresarios del mundo es que la mano de obra es barata y, en ese sentido, aunque el tratado incluya empleo, muchas empresas invierten en México porque representa un ahorro en nómina.
¡Qué vergüenza! Pareciera que la mano de obra mexicana es de segunda calidad y por lo tanto, de menos valor.
Sería de esperarse que en las próximas negociaciones del TLC nuestros representantes defiendan no solo los intereses comerciales, sino también los laborales y que esas negociaciones se traduzcan en empleos con salarios dignos (obviamente no el mínimo) y condiciones de trabajo y seguridad adecuadas.
Por cierto, cabe preguntarse si es momento ya de desaparecer a la CONASAMI. ¿No es verdad?