Los anti-millennials en el trabajo

El trabajo cambió, comienza la diciendo la propaganda de Zona Jobs, y nos plantea el caso de “Roberto” un anti-millennial.

En el video que acompaña la propuesta, muy bien hecho por cierto, vemos la frustración del protagonista al enfrentarse a situaciones como una oficina pet friendly, el home office, el uso de la bicicleta como transporte y una moda desenfadada en la oficina.

Más allá de su aversión por las selfies y el café de Starbucks vemos a un baby boomer temprano enfadado por el nuevo lenguaje en las oficinas y su incapacidad para adaptarse al cambio. La voz en off nos dice que necesita tiempo, yo pienso que necesita apertura de pensamiento; honestamente no creo que el tiempo le ayude mucho. Sobre todo cuando lo que vemos un Roberto es un claro problema de actitud.

Y no es privativo de los baby boomers, sino también es un fenómeno que podríamos observar en los millennials tratando de tomar el control de las empresas fundadas por sus padres o de los X, que nos hemos quedado en medio de estas dos grandes generaciones tan heterogéneas.

Estoy convencida que el tema generacional es un pretexto para no admitir que las grandes barreras de comunicación están en nosotros y no en las preferencias y modas de cada generación.

Mi propuesta: menos “anti millennials, anti baby boomers, X’s, Y’s…” y más reconciliación desde nuestras diferencias.

 

¡Honestidad ante todo!

Hoy descubrí un video producido por la cuenta de Vogue España que pertenece a una serie llamada “Fashion Drama”.

Me resultó un poco largo pero divertido y tiene un punto súper rescatable para nuestros temas de empleo y concretamente de búsqueda de empleo: la honestidad.

Ciertamente la honestidad debiera ser un valor que se practicara con más frecuencia. Sin embargo, uno no puede andar por la vida diciendo que tiene pie de atleta o que siempre llegó tarde a las clases de siete de la mañana.

Entonces, ¿se vale mentir para conseguir un trabajo? Yo diría que no, definitivamente no. La razón es que, tarde o temprano, la mentira por “muy piadosa” que sea saldrá a relucir. Desde mi perspectiva, para la empresa siempre será preferible conocer un perfil honesto, aunque eso nos lleve a conocer ciertas debilidades de los candidatos. Es mejor contratar a una persona sabiendo sus áreas de oportunidad que tener que despedir a un mentiroso… El caso de la falsa Millennial en Vogue España es muy ilustrativo:

Aprendiendo ¡en casa!

Así como la tendencia en el mercado laboral apunta al home office, también en el ámbito de la educación está sucediendo algo similar.

El homeschooling o escuela en casa es una propuesta que me resulta en verdad innovadora. Los chicos se quedan en casa con padres que toman la labor docente, ellos repasan los temarios oficiales con la posibilidad de extenderse o profundizar en ciertos temas. Por supuesto que no se apegan a los “libros oficiales” sino a los que los padres consideran como buen respaldo educativo, incluyendo textos de otros países.

Bajo este esquema educativo:

-se promueve la pasión por el conocimiento y se desarrollan habilidades autodidactas

-se administra adecuadamente el tiempo de aprendizaje apostándole a la productividad

-los padres asumen un reto adicional a su rol familiar

-los chicos tienen la posibilidad de presentar los exámenes de grado en el sistema abierto

Si la pregunta es cómo se manejan las habilidades sociales de los educandos, los entusiastas de la escuela en casa proponen que los alumnos acudan a clases deportivas o de disciplinas artísticas para conseguirlo.

¿Será este el futuro de la educación? Se lo cuestiona una Maestra que quiere seguir en el aula.

Que te despidan ¿por mensajito?

Cierto. La comunicación en estos días es rápida, a veces incluso, vertiginosa. Cuando no nos enteramos de algo pareciera que vivimos en un “mundo paralelo”.

Esta prontitud ha generado muchos fenómenos sociales dignos de estudio. Sin embargo, un efecto que ha llamado mi atención y francamente me preocupa es el uso que están dando las empresas a los canales de comunicación con sus colaboradores.

Hace un par de semanas alguien me enteré del despido de casi 3,000 trabajadores de GM en Venezuela vía mensaje instantáneo. Algunos podrían pensar que la situación económica, política y social de ese país es tan mala, que la organización no encontró mejor opción y fue lo mejor que pudo hacer en ese contexto.

Y ahí justamente está mi reflexión. ¿En qué momento subestimamos la comunicación personal y la posibilidad de dar la cara (literalmente) cuando se trata de temas importantes?, ¿cómo es que una empresa ha decidido usar este medio para terminar una relación laboral que, seguramente, empezó de un modo muy distinto?

Las formas siguen siendo trascendentes y me parece que en materia de relaciones humanas aún más.

Mi reto personal es saber distinguir en qué conversaciones uso la prontitud de los mensajes instantáneos y cuáles otras pienso que ameritan una llamada o incluso una reunión presencial.

Desearía que a nadie lo despidan por WhatsApp… es casi como pedir el divorcio con un mensajito… y lo peor, es que conozco un caso 🙁

 

Videos en redes sociales… y sus riesgos

Apenas hace algunos días leí en el portal “Alto Nivel” la nota “Video en móviles ya compite con el horario estelar en TV“. La pieza confirmó lo que ya había observado: una clara preferencia por los contenidos en video.

Sin embargo, me sorprendió conocer que la preferencia compita ya con el llamado “prime time” de las televisoras. Y pensándolo un poco más, me resulta lógico ya que he escuchado a la mayoría de los millennials a mi alrededor decir que no ven televisión.

Las posibilidades que nos abre la era del video son de verdad sorprendentes. Personalmente me resulta muy atractivo el Facebook live y casi todos los jueves hago una transmisión.

No obstante, me siento sacudida por dos situaciones ligadas a los videos en Internet:

  • Hoy se dio la noticia de que “el asesino de Facebook” se suicidó. Este sujeto que, días atrás mató a un hombre mayor elegido al azar y, además, subió el video del delito a la red social, decidió quitarse la vida.
  • También hoy vi en mi Facebook personal unos segundos de un video de una persona que, tratando de incentivarnos a dejar de consumir carne animal, ilustró gráficamente el sufrimiento de los cerdos en los rastros. Lo que me tardé en dejar de seguir al usuario bastó para que la imagen se me quedara en la cabeza.

Evidentemente en el primer caso no vi ni busqué el video y en segundo, opté por dejar de seguir al usuario en cuestión. Entiendo el fin, pero el medio utilizado, para mi, no es el ideal.

Y de ahí esta reflexión, ¿dónde están los límites de lo que podemos transmitir, ver y recomendar o difundir en video? Me parece que se está abriendo un canal que podría prestarse a la transmisión de violencia en todas sus formas y desde mi particular punto de vista, esas acciones no contribuyen a crear un mundo más pacífico.

Si tendemos a ver, buscar y producir contenidos en video, pienso que tendríamos también que adoptar la responsabilidad de seleccionar los contenidos a observar, generar y subir a Internet que contribuyan de manera positiva, propositiva y pacífica a la red. Probablemente sea una utopía, sin embargo, pienso que no podemos dejar de reconocer la fuerza de la comunicación visual y la responsabilidad de quienes la generan, la recomiendan y la difunden.

Los “qués” y los “cómos”

Estoy ya muy cerca de terminar el Máster que inicié el año pasado. Tan solo pensarlo me emociona mucho porque ha sido un proceso realmente profundo de cambios, aceptación, desprendimientos y sobretodo, de aprendizajes.

El Máster ViSi Coach fue creado por Michael Blumenstein y Katia del Rivero pensando en formar Coaches con perspectiva de sistemas sociales. Hoy, después de varios meses de estudio, prácticas y mucha reflexión, me doy cuenta que en realidad este ha sido un Máster para la vida… para muestra un botón.

Apenas el fin de semana pasado analizamos la distinción entre los “qués” y los “cómos”. Llegamos a la conclusión de que, con frecuencia, nos metemos tanto en los “cómos” que olvidamos los “qués”.

Particularmente tengo una pequeña gran obsesión con la planeación y organización. Tengo un control por proyectos (en proceso, potenciales, por cerrar) otro, para ver los avances de cada uno de los proyectos en proceso, una agenda semanal de las tareas que no debería postergar, la agenda del día y miles de post-it’s en todos esos controles y agendas.

A veces me descubro invirtiendo mucho tiempo en esa organización y sobre organización… me parece que mi miedo es que algo importante se me olvide. Incluso tengo una libretita junto a la cama por si se me olvidó anotar algo y ya estoy en la cama.. .y otra en la bolsa de mano ¡por si se ofrece!

Parece un poco loco, pero cuando eres freelance y llevas cinco clientes simultáneos, un Máster, un Periódico, una Novela, un iBook, una casa, un marido y un chihuahua al mismo tiempo… la lista de pendientes puede complicarse.

No obstante me he dado cuenta que a veces esta compulsión por organizar me hace olvidar los “qués”, es decir, para qué estoy haciendo todo eso. Y de verdad me ha sido útil una lista más que mantengo a la vista: mis “qués”… cuando la analizo me doy cuenta que la vida no está nada mal y que aunque mis “cómos” pinten un día o un mes caótico, los “qués” plantean orden y cordura.

Nico se hizo viral

Con frecuencia mis clientes me preguntan a qué se refiere el concepto de “viral“. Recuerdo haber escuchado el término varios años atrás, desde los nacientes expertos en redes sociales, que soltaban la palabra con tal naturalidad que apenaba preguntar algo más.

Cuando pienso en “virus” me remito a la pandemia de influenza en México del 2009. En ese entonces trabajaba como editora para Expansión y aunque algunos editores en jefe se rehusaban a dejarnos ir, al final terminé siguiendo un improvisado plan de crisis para trabajar desde casa.

Dato curioso: la palabra virus se asocia con la raíz latina weis (fluir, veneno) y con el griego ios (veneno).

Por su parte, “viral” sin duda me remite a Facebook, a Twitter, a los famosos memes y a todo lo que representa la red como escaparate informativo. También me hace pensar en los riesgos de subir un comentario desafortunado, un like a destiempo o un tuit descortés... en fin, lo que le ha costado la chamba y el prestigio a más de una persona y empresa. En esos casos pareciera que la palabra está relacionada con algo francamente venenoso.

Hoy me encontré una historia maravillosa y pienso adoptarla para comentar con mis clientes a qué se refiere el término”viral”. Resulta ser que una maestra en Madrid, España, quiso demostrar literalmente a sus alumnos la rapidez y fuerza de Internet, así como sus riesgos.

Bajo este orden de ideas, un simpático dibujo de “un muñeco de palitos” nos sonríe bajo la leyenda “Ayúdame a recorrer el mundo. Soy Nico”.

Por lo pronto, hoy 1º de marzo de 2017 “Nico” ha cruzado continentes y está en México, ¿hasta dónde llegará el viajero sonriente que acompaña en una aventura virtual a la Maestra y sus alumnos? No lo sé, pero lo que sí es fácil advertir es que la creativa profesora ha logrado dar una excelente demostración a sus pupilos.

¿Podría un robot escribir este post?

Sanko Seisakusyo (三幸製作所) – Tin Wind Up – Tiny Zoomer Robots – Front

El título de este post esconde un miedo y me parece que se trata de un temor que comparto con muchos profesionales: el hecho de que la tecnología nos desplace de nuestros puestos de trabajo.

La reflexión obedece a una nota que leí recientemente en El País titulada “¿Puede un robot sustituirte en el trabajo?” y cuyo análisis deriva del libro “La carrera contra las máquinas” del 2011.

Si bien la robótica está avanzando, como todos los temas tecnológicos, a una velocidad impresionante, también está generando una serie de cuestionamientos en materia del trabajo.

Honestamente no me disgusta la idea de tener un robot que me ayude en las tareas domésticas o incluso, uno que pudiera hacerme una cirugía. Sin embargo, no estoy segura de querer ver que un robot escriba textos como éste.

Táchenme de egoísta, retrógrada, inflexible o simplemente aferrada al pasado, estoy segura de que ninguna máquina puede suplir la sensibilidad del escritor… todavía.

Es muy probable que mi Bisabuelo (por cierto, de oficio periodista) se hubiera negado a escribir en una Apple y pienso que seguramente mi bisnietos (si es que los llego a tener) se reirán de mi absoluta negación acerca de la llegada de la robótica a las redacciones y conferencias de prensa. Al menos, eso es lo que deseo.

14 de febrero ¡sin palabras!

¡Qué difícil es escribir sobre el Día de San Valentín sin caer en cursilerías! Honestamente pensé en dejar en blanco esta página. Sin embargo, las redes sociales me dieron la solución. Entendí que, en muchas ocasiones, es mejor callar y dejar que los diseñadores editoriales nos sorprendan.

Les comparto esta magnífica portada de The New Yorker del 14 de febrero del 2000. ¡Feliz San Valentín!

 

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